Friday, May 15, 2009

Tengo una historia linda para contar

Día jueves, pasadas las 21:30 hrs. Estamos jugando basquetbol. Entre los de mi equipo, está mi compadre, mis cuñado Ricardo y mi padrino de confirmación Cristian. Estamos jugando entre 3 equipos, a los 3 puntos pa' fuera y entra el que está mirando.

Jugamos intensamente... porque ya hemos perdido varias veces :-), en eso viene un pase muy fuerte al fondo, Ricardo la intercepta con su mano izquierda y zas!.. dedo meñique con problemas. Ricardo se queda pidiendo que alguien le tire el dedo para que se acomode. Hago lo mejor que puedo, pero nada pasa. ¡Llevémoslo rápidamente de emergencia al consultorio! (que en Freire está a 1,5 cuadras del gimnasio).

Pues bien, como es de esperar, el consultorio está lleno de gente. Ricardo quiere hacer algo lo más rápido posible antes que empiece a doler. Subimos al auto y nos fuimos raudamente donde Don Panchito. Don Panchito siempre estuvo en el consciente colectivo de nuestra ciudad, como el que "aregla los huesos". Yo lo sabía, Ricardo lo sabía, mi suegra, mi madre, etc. todo el mundo sabe que este señor es a quien hay que acudir.

¡Aloooo! digo con voz fuerte, por si don Panchito no escucha bien. En menos de 10 segundos, asoma la silueta de un señor octogenario, con problemas de asma, su cabello blanco completamente, algo "curcuncho" por los años y nos pregunta qué pasa.

Le explicamos y raudamente y nos hace pasar. Nos encontramos con un clásico escenario sureño, un buen fuego y el calor de hogar. en la imagen se puede apreciar la clásica cocina a leña clásica del sur de Chile.


Don Panchito, va en busca de una maletita en donde tiene los artilugios a usar en su arte, el arte de recuperar huesos. Entre ellos veo: un lavatorio plástico, un javón Popeye, un ungüento que no logro leer, un mantel correctamente doblado y unas vendas. De la cocina el hombre toma la tetera con agua caliente y le pone un poco al lavatorio, luego añade agua fría y ya está listo:

"Acérquese para acá, que aquí vamos a conversar los dos", señala don Panchito.
Ricardo se acerca y se sienta enfrente de él, con su dedo dañado y con cara de "aquí viene el dolor".

Pero don panchito sabe su arte, toma el javón, hace un poco de lavasa y comienza a realizar un suave masaje sobre el edo, mientras conversa con nosotros.



"Este dedo está desconchavao'" asegura Don Panchito. Creo que el término moderno, citadino, médico de este fenómeno es un esguince en algún grado, o algo parecido.

¿Cuántos años tiene usted don Panchito?, consulto. "86 años, nacío y criao en Freire"... "yo sí que conozco esta ciudad pues, nadie sabe más que yo de Freire"...

¿Dónde aprendió usted a arreglar huesos?... "esta pega a mí no me la enseñó nadie... la aprendí solito!. Cuando era arquero de mi equipo de fútbol, porque yo fui arquero duranto 30 años!... un día le puse la pelota a un amigo, y resulta que justo cuando la iba a patear, la pelota se corrió y le dio de lleno a una 'champa' que había. El pie le quedó vuelto para atrás! ¿y adónde lo ivamos a llevar? ¡cómo gritaba ese hombre!, hasta que me decidí y yo mismo lo ayudé a entrar el hueso... ¡¡quería seguir jugando altiro!!" y soba que te soba el dedo de Ricardo.

Finalmente sequa el dedo, toma el mantel, y con una destreza que no tengo idea de donde la saca, tiró el dedo e hizo que éste corrigiera su postura. Simplemente NOTABLE.

La que viene, es una de mis mejores fotos que he tomado, y no lo es por el ángulo, por la luz, o por la nitidez o cualquier témino fotográfico, si no más bien por lo que esta foto refleja...


Ricardo, Ingenivero Civil, con Magister y todo, jefe de un grupo de desarrolladores que utiliza tecnología de punta, que representa fielmente a esta generaición científica de jóvenes.. está allí, sentado al frente y a expensas de Don Panchito y se SU conocimiento, ese conocimiento que se lo dio la universidad de la vida, de sus laargos años.
Aquí están representadas 2 generaciones completamente diferentes, pero unidadas por las cosas simples de la vida.

Espero nunca olvidarme de esta historia, y espero que al señor lector (o lectora) también le deje algo en qué pensar, mal que mal, no siempre se encuentra un escenario como éste ¿no?